viernes, 15 de febrero de 2013




Maestro y  alumno protagonistas de la utopía

introducción
  
El maestro y el alumno son en todo momento los protagonistas de cualquier proceso formativo, ambos comparten experiencias  al interior del espacio educativo que los reconstruyen mutuamente, estructurando la mejor versión de sí mismos. En ese orden de ideas,  el maestro se convierte en una buena influencia para el alumno abriendo  la posibilidad de que este organice una multiplicidad de formas de darle sentido al mundo y  de desenvolverse de forma recíproca en él. Por su lado, el alumno también influye en el maestro, lo  renueva,  le da la oportunidad de vivenciar a través de sus aun no tan recorridos ojos   el mundo en el cual vive, le da la oportunidad de acercarse con su parte más humana, más sensible, y nutre la utopía de un mundo mejor. Por ello ,  dicha utopía de un mundo mejor no tendría el mismo matiz de no ser por la labor e  intención de   maestros y alumnos. A ese respecto, las siguientes palabras tienen como intención ser una ventana que permita asomarnos a la idea de que la eutopía de un mundo mejor se encuentra en las manos  de estos dos actores, el maestro y el alumno, quienes tienen la oportunidad de optar por inclinar sus conciencias en la construcción de un mejor mañana. A la vez, cabe decir que el agente catalizador de esta reflexión son las palabras de un artista argentino llamado  Fernando Birri quien es citado por el célebre  escritor uruguayo Eduardo Galeano.  

proyectar la conciencia 

En primer momento, quisiera comenzar atreviéndome  a realizar una breve  interpretación alrededor de los postulados del ilustradísimo pensador Jean Paul Sartre para darle un sustento solido a las letras que  aquí se exponen.  Para Sartre la conciencia del hombre esta arrojada sobre el mundo, sobre un interés, sobre sus intenciones – intensiones que se construyen en la medida que se relaciona con el mundo -  dicha conciencia intencional, es libre de intencionalizar sobre el mundo, es decir se proyecta hacia el mundo – unos fines- de acuerdo al interés del sujeto, lo que quiere, lo que elige y elige querer.

 Alrededor de ello   Freire afirma que  todo acto de la conciencia humana está   dotado de una intención, es decir ningún acto es neutral hay un interés,  un proyecto  de trasfondo; en esa  medida ese ser proyectado hacia el mundo se proyecta sobre el futuro -puesto que el pasado es inalterable, es lo que fue-  y dirige su accionar sobre sus proyectos. La cuestión es entonces ¿hacia dónde proyectar la conciencia? ¿Hacia la autocomplacencia, el deseo de poder, de riqueza? O ¿sobre el proyecto de construir un mejor mundo para todos y todas? ¿Proyectarla hacia la utopía? ¿En quienes recae esta responsabilidad?

Por otro lado, tomemos ahora la máxima de Birri “la utopía está en el horizonte y entonces si yo ando diez  pasos la utopía se aleja  diez pasos, y si yo ando veinte pasos la utopía se coloca  veinte pasos más allá; por mucho que yo camine nunca, nunca la alcanzaré. Entonces ¿Para qué sirve la utopía? , para eso, para caminar. Así que queridos colegas y amigos, no dejemos de caminar”

Esto  nos da la idea de que nuestro devenir  histórico  como sociedad se ha estructurado a partir de  las acciones de personas que proyectaron su conciencia hacia un interés,  una finalidad particular. Igualmente, podemos notar como en todas las generaciones, no todos los sujetos que las comprendieron   volcaron sus conciencias sobre el proyecto de un mundo mejor- es una cuestión de sensibilidad sobre a realidad- , por el contrario parece que algunos personajes hicieron todo lo contrario. Sin embargo,  también se destacan la labor de otros personajes que se preocuparon por el mundo, se proyectaron e intentaron ser la mejor versión de sí mismo, y hacer del mundo un mejor lugar para las siguientes generaciones.  
Sin embargo este proceso es prolongado y continuo- décadas, siglos, milenio-.

Desde mi experiencia personal como alumno  y como proyecto de docente, podría agregar que nuestros proyectos están atados al caos de la vida - hay un orden dentro del caos, la calma total, el bienestar total no existe- y  puede que no se  materialicen dentro de  las condiciones presupuestadas, aun así, la idea es “seguir caminando”, en el caso de la utopía después de tanto caminar al mirar atrás se notara cuán lejos estamos del inicio del camino, y  notemos tal vez, que ya no se trata de una  utopía sino de  una eutopia.

Para concluir podríamos  afirmar, el maestro y el alumno se construyen mutuamente – en formas distintas- , ambos protagonizan la utopía, ellos, tiene la posibilidad – solo si lo desean y lo eligen –de dirigir su intención hacia la consecución de un mundo mejor, separados no pueden hacer nada. El maestro por un lado, tiene la posibilidad de generar experiencias e influir pedagógicamente en su alumno, de tal modo que,  cuando este tenga total libertad sobre sus actos   vuelque su conciencia sobre  la utopía que su maestro le ayudo a construir, y tenga la misma influencia sobre la siguiente generación.
Esta labor solo puede ser llevada a cabo por aquel maestro y alumno  que tengan la sensibilidad para preocuparse e intencionalizar sobre la situación de la sociedad humana; dicho  en palabras de Galeano  aquellos  que se “atrevan a delirar”   a soñar y a caminar sobre el proyecto de un mundo  colmado de personas que aman, respetan y conviven con el otro, un mundo utópico.

Bibliografía
·         Freire, P. (2009). Pedagogía del Oprimido. Primera Edición 1970. México: Siglo xxi.
 Cibergrafia
·         Eduardo Galeano “el derecho al delirio” encontrado en: http://www.youtube.com/watch?v=m-pgHlB8QdQ

·         Filosofía aquí y ahora: Sartre, el ser en sí y el ser para si . Encontrado en:


lunes, 22 de octubre de 2012